Día libre

Un insistente sonido hizo trizas su sueño de mar azul y arenas blancas.
Odioso despertador. Elena intentó levantarse y volvió a desplomarse pesadamente sobre la almohada.
No podía ser. No iría a trabajar. Dormiría todo el día. Volvería a su hermoso sueño.
¿Y si la echaban? ¿De que viviría? ¿Donde conseguiría trabajo?
Demasiadas dudas, excesivos interrogantes. Sin duda la fantasía de quedarse en la cama no era una alternativa adecuada.
Se levantó con fastidio, se vistió rápidamente y partió rumbo a su trabajo.
Terrible y rutinaria tarea administrativa. Su creatividad había desaparecido. Llenar planillas, dar indicaciones a clientes, ubicar despachos y poco más. Tedio, aburrimiento.
Acomodó sus cosas en el escritorio y con la mejor sonrisa enfrentó al primer cliente.
La mañana transcurría según lo acostumbrado. Un señor joven, bien vestido, atractivo -muy atractivo en la mente, la mirada y los gestos de Elena – se sentó frente a ella.
– Buen día, en que puedo ayudarlo señor.-
– Buen día señorita, esto es un asalto.
– ¿Un que?
– Un asalto. Le ruego que no se altere y disimuladamente me acompañe a la oficina del gerente, entramos sin golpear.
Elena sonrió casi con complicidad se levantó y llevó al caco a la oficina de su superior.
Entran sin llamar como pidió el asaltante.
Gritos del gerente que se silencian cuando el delincuente saca un arma relevante y la coloca sobre su boca.
-Cierre su bocota y rápidamente abra la caja de seguridad. Coloque todo el dinero sobre el escritorio.
El gerente obedeció sin dudar.
El sujeto introduce los billetes en una bolsa que llevaba entre sus ropas y le dice a Elena.
– Preciosa, aseguro al chancho y me vas a tener que acompañar hasta que esté a salvo. Ah, mi nombre es Carlos.
Carlos ata al gerente a la silla y le coloca una ancha cinta adhesiva en la boca.
Inmediatamente se retira del negocio del brazo de Elena, para un taxi y se aleja con su rehén.
Bajan luego de un complicado recorrido que Carlos le va señalando al chofer. Una vez solos Carlos le dice a Elena
-¿Que planes tenes?
– Ninguno contesta Elena
– Te invito a almorzar
– Bueno contesta Elena
Entran a un edificio de departamentos. Hata el sexto piso. Acceden al departamento D
– Aquí vivo – dice Carlos, sentate en cualquier lado. Soy un excelente cocinero. En un momento tendrás el mejor almuerzo de tu vida.
Efectivamente fue un excelente almuerzo. Un buen vino, charlaron animadamente. Elena estaba fascinada con Carlos.
Una copa de cognac en el sillón, la piel, los labios, todo el amor.
Elena y una tarde increíble. Se sentía libre, divertida, sin límites. Aceptó quedarse a cenar y los brazos de Carlos fueron su refugio nocturno.
Por la mañana se duchó, se vistió y fue a la oficina como todos los días.
Los directivos de la firma, la policía, mil preguntas toparon con el llanto desconsolado de Elena que había perdido la conciencia cuando el delincuente la arrojó en un paraje lejano del que la trajo una buena persona en su automóvil. Estaba bien. Sólo algunos magullones sin importancia.

[Ningo]